domingo, 6 de junio de 2010

EL ALMA

Hoy he comido con un amigo, un proyecto de amigo, uno de nuevo cuño.
Con los amigos nuevos me siento como con mi peluquero. La relación aún tiene ese anonimato que me permite hablar de cualquier cosa sin pudor. Sin embargo hay algunos desconocidos que se descuelgan diciéndote que es como si te conocieran de toda la vida. Y es que, según dicen, el alma tiene memoria y viaja de un cuerpo al otro sin ningún problema, aunque tenga que recorrer cientos de años para volver a otro cuerpo nuevo. Así que muy al contrario de lo que la ciencia opina, la memoria no está en el cerebro, sino en el alma, que es la que reconoce. La pregunta es: ¿dónde está el alma?
Para quitarle leña al asunto he cambiado de tema y me he lanzado a hablar de los viajes en avión que a mí me descolocan hasta límites insospechados.
Estábamos sentados frente a frente cuando le he explicado mi teoría sobre lo diabólico de volar (y ni siquiera ha pestañeado) . Aún a riesgo de parecer una loca — cosa que suelo conseguir con mínimo esfuerzo— he tratado de dar coherencia a mi teoría. Y es que eso de estar en otro lugar del mundo en poquísimas horas y pasar del frío al calor, de tu casa a la habitación de un hotel, atravesando países, ciudades, y océanos, cambios climáticos, de presión ( de cualquier tipo), en un plisplas, no puede ser bueno para el cuerpo. Sin embargo tengo que reconocer que hay algunos de naturaleza camaleónica que se adaptan a cualquier lugar en cuestión de segundos. No es ese mi caso, le explicaba a mi recién estrenado amigo. Cada vez que viajo, siento que algo en mí se queda incompleto y ese algo me hace andar como vaca sin cencerro durante un par de días: me visto de otra manera, como cosas que me sientan mal y me enamoro de cualquiera. Solo al cabo de dos días me recupero de esa falta de identidad. De manera que mis viajes de fin de semana comienzan justo cuando tengo que regresar, pues es al final del segundo día cuando algo en mí decide aclimatarse.
¿No sería más lógico y natural viajar en burro? he concluido.
Para mi sorpresa, mi amigo me ha dado la explicación. El alma viaja más lento que el cuerpo, y ese desasosiego que siento se debe a que cuando llego a mi destino mi alma aún no ha partido.
En ese momento me ha quedado claro que por más que yo quisiera evitarlo el alma quería entrar en nuestra conversación. Hemos calculado que probablemente el alma llega con dos días de retraso. Así que en un viaje de fin de semana viajas desalmado. El burro, en este caso presenta muchas ventajas, al alma le da tiempo a alcanzarte antes de que llegues a tu destino y empieces hacer tonterías.
Al alma la volvemos loca con tanta ida y venida y cuando cogemos el ave a las nueve de la mañana con la sana intención de regresar a las nueve de esa misma noche no sabemos que vamos a estar cuatro días desalmados. Probablemente en ese tren que se cruza con el nuestro, viajan ( a saber si en primera o en segunda) muchas almas huérfanas en pos de sus dueños.

Por eso ahora he decidido que cada vez que viaje esperaré un par de días antes de elegir qué vestido me pongo, qué elijo para comer o a quien entrego mi corazón. Yo sin mi alma puedo ser de todo: esa mesa, esa silla o esa señora con moño que vive en Barcelona.
El alma es fiel y coherente y de eso ya no tengo la más mínima duda. A mis amigos del alma les dedico esta reflexión para que sepan que si alguna vez me encuentran sin memoria o desalmada, será porque acabo de llegar de viaje. Que esperen un par de días.

3 comentarios:

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  2. Me quedé sin aalma hace unas semanas. A ver si ahora...

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  3. No te preocupes, la almas con caché nunca se pierden. El problema lo tienen las almas nuevas, las recién hechas, que aun no han tenido la suerte de ser asignadas a un cuerpo. Dicen que pueden permanecer a la espera muchos años, ocupando su lugar en el almacen de almas sin estrenar hasta que les toque el turno de ocupar cuerpo por primera vez. Claro, son jovenes y traviesas y en ese trance es fácil que, jugando jugando, se salgan de su lugar y se extravíen.
    Las que ya han ocupado cuerpo difícilmente se extravian. Volverá.

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